Voy a tu encuentro...
después de tantos siglos de no verte,
de este cariño y esta nostalgia que no mueren,
de no haber motivos y son tantos años de quererte.
Tanto soñarte
y por fin el día de hoy podré mirarte
y hasta quizá con mucho amor pueda abrazarte
¡Qué no daría por alguna vez poder besarte!
Verte de nuevo,
ya con las huellas de mis luchas con el tiempo,
ya sin la fuerza ni aquel ímpetu de antes,
ya con mis piernas que hoy se encuentran titubeantes.
Mas, sigo sediento,
aún me muero de ansiedad por darte un beso
y de morder esos dos labios tan hermosos,
hasta ya hartarme y quedarme sin antojos.
No me lo callo,
así el amarte por mi Dios esté prohibido
y sea el quererte penitencia y cruel castigo,
debo decirte, mujer preciosa, que yo te amo.
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